A las siete de la mañana de un día sábado, con tan solo nueve años, sentía el llamado a salir de la cama para comenzar un peregrinaje. Preparaba todos mis implementos para llevar a cabo el rito acompañado de mi mentor.
Al poco tiempo el fanatismo me llevo a enlistarme, me entrenaba, practicaba y me esforzaba, me sentía en estado de gracia, solo existía eso y nada más.
Como todo niño soñé, sentí devoción, tuve mis propios “santitos” a quienes admiraba por su clarividencia e intentaba imitar. Muchas veces me imaginaba dentro del templo con el fervor de las masas cantando mi nombre mientras yo hacía milagros.
Bastaron un par de años para comprender que, como toda religión, las estructuras de este poder se corrompen, reinando el desprecio, la injusticia y la deslealtad. El problema no era esta esfera, sino lo que la rodeaba, decidí retirarme.
Inicié un camino más sencillo y solo disfrutar de esta pasión, total bastaban pocos elementos para construir el espacio ceremonial, sin mayores pretensiones encontré una comunidad donde me ayudaron a que muchas frustraciones y sueños quedasen sumidos bajo tierra o bien surgieran como destellos divinos en cada movimiento, en cada pase, en cada finta.
Siento la importancia de este ritual en mi vida, me ayuda a ahogar mis miedos, mis frustraciones, porque cuando estoy dentro de sus márgenes no existe nada más que el juego, no hay otra preocupación más que la pelota, que el futbol.
Nicolás Becerra Molina, de 28 años y originario de Concepción, Chile. Fotógrafo autodidacta, Licenciado en Ciencias Básicas de la Arquitectura y actualmente en último año para optar al grado de Arquitecto en la Universidad del Bío Bío.
Su interés por la fotografía surge por medio de la estrecha relación que existe con su carrera, utilizándola como una herramienta de registro y análisis, transformándose posteriormente en una pasión que comenzó a explorar de manera incesante desde el 2017 cuando obtuvo su primera cámara, enfocándose de manera espontánea a fotografiar escenas con presencia arquitectónica.
Su trabajo en torno a la fotografía se detiene principalmente en el registro urbano-arquitectónico y la transformación que esta sufre producto de las distintas variables que interactúan en ella, las cuales determinan una manera de habitar y de construir una imagen de ciudad.
El 2020 publica junto al colectivo AfoConce el libro «Comunes dimensiones» trabajo que reúne relatos y distintas miradas del acontecer pandémico, participando en la gestión, creación y edición de este.
También ha iniciado un proyecto en el cual es editor en Autoral Ediciones, donde busca darle una narrativa a proyectos fotográficos, contando con 3 publicaciones hasta la fecha.
El 20021 es seleccionado con la serie «Nido» en la convocatoria abierta «La imagen de la pandemia» organizada por Afan Chile y el Mavi, expuesta en el marco del encuentro fotográfico realizado en la plaza Mulato Gil de Castro, Santiago de Chile.